viernes, 6 de enero de 2017

Que pasa con las Urgencias

En las últimas semanas hemos visto y leido noticias sobre los problemas de los servicios de urgencias de los hospitales y los vecinos de Barcelona hemos denunciado la acumulación de pacientes que en condiciones que hemos calificado de indignas, esperan un ingreso más de 5 días en algunos casos. Es un problema que existía antes de los recortes pero que éstos han agravado. Muchas voces insisten en que el problema es fundamentalmente debido a una gestión que no responde adecuadamente a las necesidades de la población en el momento presente. Hemos seguido con un modelo de gestión sanitaria que prioriza la atención hospitalaria y no tiene suficientemente en cuenta unos cambios progresivos en la demografía y en los tipos de enfermedades a las que prestar atención sanitaria. Asistimos al aumento del número de población de más de 70 años y la elevación del número de afecciones crónicas. Para este cambio se precisa una orientación de los servicios sanitarios que además de corroborar el diagnóstico tenga en cuenta la particularidad de la evolución de cada enfermo y su entorno.Tenemos a mano en la Atención Primaria (AP) y los Servicios Sociales un buen instrumento para encarar estas necesidades de forma eficiente. Se dan cifras de que las Urgencias se podrían reducir un 30% con servicios a domicilio, sanitarios y sociales. Cifras que apoya una persona tan acreditada en la gestión sanitaria como el ex-consejero de Salud del País Vasco, Rafael Bengoa. Sin intención de quitarle valor a la reforma de la AP propiciada por las Leyes de sanidad del Estado en el año 85 y en Cataluña el 90, la reforma no ha llegado a completarse nunca. Partimos de una situación deficitaria de la AP donde la integración con el hospital y la comunidad no se ha abordado. Esta situación sumada a los recortes que han afectado proporcionalmente más a la AP (en Cataluña, 20% menos del presupuesto, 3.000 profesionales menos y 60 servicios de atención continuada cerrados) que en la hospitalaria (8% menos en el presupuesto) impiden los beneficios de una atención continuada ligada a la comunidad. Con la crisis de las urgencias se ha manifestado más claramente el error de supeditar la AP al desarrollo de la medicina hospitalaria tanto desde el punto de vista asistencial como en la formación y la investigación.Es necesario un cambio de orientación de la política sanitaria hacia la integración de todos los servicios alrededor del paciente y la atención comunitaria con servicios sanitarios y sociales trabajando coordinadamente.

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